ESTO NO ES LO QUE YO CREÍA

 
    Los años, la convivencia, el cambio que supone del noviazgo al matrimonio… son cuestiones que sirven como referencia a la hora de explicar una situación de crisis en la pareja o de planteamiento de la separación. La desilusión, las discusiones continuadas, la falta de deseo…se hacen presenten en el día a día e imposibilitan mirar más allá de un presente que cae en el abismo.
¿Pero qué hay detrás de esas “explicaciones” por otro lado tan ideológicas y que parecen tan normalizadas?
   Es necesaria la desilusión para comenzar a conversar, para construir un amor tocado por la palabra y más real. Cada persona tiene en su cabeza un ideal, algo que espera o cree, que no es otra cosa que él o ella misma reflejado/a en el otro/a o bien una estela de nuestros primeros objetos amorosos, es decir, la familia (padre, madre, hermanos/as). Tras toparse con la realidad, con otro ser que es semejante pero diferente, comienzan los problemas porque todos somos narcisistas y precisamente esas pequeñas diferencias son las que nos generan cierta hostilidad con el otro. Es muy común las peleas por cuestiones familiares o luchas de poder en cuestiones del hogar: que si esto se hace así, esto es lo normal, a mí me han educado así, criticar a la familia del otro… Esto tiene que ver con las diferencias que son muy intoleradas, donde se intentan repetir los respectivos modelos familiares, cosa por otro lado imposible, porque esas relaciones ya tuvieron lugar y hay que aprender a construir la propia con la persona que queremos convivir.
  A veces no sólo la intención cuenta, porque aunque es un paso importante el querer transformar una situación, a través de esas discusiones tan “tontas”, de los problemas sexuales, etc. se habla más allá de la palabra cuestiones que se encuentran reprimidas y que tienen que ver con maneras de pensar el amor, cuestiones con el deseo, con la maternidad, la paternidad, fantasías inconscientes, pensamientos que ni siquiera sabes que piensas pero que se reflejan en la manera de relacionarte y de sintomatizar. Hace falta de una escucha psicoanalítica para determinar de qué se está hablando realmente, que otra conversación encubierta se sostiene a través de esas “tonterías” que llegan en ocasiones a reproducir un auténtico campo de batalla. Cuando una discusión es muy exagerada, sospecha: hay algo más detrás que no podéis hablar y que desconoceis hasta vosotros mismos.
   Cuando las relaciones se hacen más consolidadas, hay más compromiso y se hacen más públicas, a todos los seres humanos les ocurre que en mayor o menor medida disminuye el deseo. Sigmund Freud nos hablaba de la clandestinidad de las relaciones, que hacen que se potencie el deseo, pues tiene que ver con lo prohibido, con el complejo de Edipo. Por eso que el hecho de contraer matrimonio puede poner en cuestionamiento a muchas parejas el hecho de si se siguen amando o no porque las relaciones se “familiarizan” demasiado (donde a veces se hace el papel de madre e hijo) y porque esa cuestión del deseo y lo clandestino desaparece.
   Mejor consultar con un psicoanalista terapeuta de parejas para poder descifrar y hablar de todo eso que te ocurre y que a la vez no comprendes. Los rumbos que toma el deseo son insospechados.
Laura López Psicoanalista Grupo Cero
y experta Terapia de Pareja y Sexualidad
Telf.: 610 865 355

INFIDELIDAD ¿PERDÓN, OLVIDO, RUPTURA?

NO HAY UNO SIN DOS, NI DOS SIN TRES. El otro es el que viene a marcar una separación, una distancia y lo que hace que se funde el deseo, que seamos deseantes más allá de la relación “simbiótica” con la madre. El tercero nos civiliza, viene a marcar esa separación tan necesaria para que podamos diferenciarnos y para poner la líbido en el mundo.
     En la complejidad del ser humano y en sus relaciones donde el amor, el deseo y el goce se conjugan frente al otro, ocurren muchas cuestiones que “se escapan”, que no se entienden, que uno cree tener bajo control pero que no funcionan, y donde la moral muestra un camino que se torna imposible y que ahoga, hace dar curvas para mostrar a veces un sin sentido que habla de nuestra verdad, la verdad del deseo.
    Hay personas que aun estando físicamente con la pareja, no se encuentran allí. Hay síntomas sexuales que hablan de que el otro no es, y traiciones que se cometen aireando aspectos privados de esa relación con otras personas. ¿Relaciones sexuales y el otro se entera? ¿No ha sido «sincera» esa persona y tendría que haberlo hecho de otra manera? Hay que tener en cuenta que aquello que ocurre en la relación tiene que ver con una implicación inconsciente de ambos, más allá de lo que se pueda señalar desde fuera. Lo que ha acontecido, la forma en que se ha desvelado y el hecho de que se haya desvelado, tiene que ver con otra cosa que lo aparente. NO HAY BLANCO O NEGRO, MAL O BIEN, eso entra dentro del orden de la moral y aquí no estamos hablando de eso, no es cuestión de juzgar a nadie ni de buscar culpables. Hay que recordar que nadie es posesión de nadie.
HAY QUIEN BUSCA QUERIENDO ENCONTRAR, porque en una posición neurótica, donde el estar bien, es muy intolerado. Es como si se provocaran pequeñas crisis para avivar la relación.
    Hay SITUACIONES DONDE LA INCLUSIÓN DE UN TERCERO MARCAN UN ANTES Y UN DESPUÉS en la relación, DONDE INCLUSO HACEN MEJORARLA. Sí, porque digamos que a veces funciona como un síntoma, donde señala que algo no iba bien. Hay personas que van renunciando a su parcela personal y en lugar de producir su propia vida y encontrarse con el otro en el orden del deseo, lo hacen aquejados de obligaciones, imposiciones y en el orden de lo necesario, y se busca así inconscientemente esa fusión de dos personas en una, recordando, claro está, a esa relación materno-filial. ¿Así cómo va a acontecer el deseo por el otro?
    También se confunde lo familiar, ser padre y madre, con ser hombre y mujer, y se aparta de esta manera la posibilidad de seguir construyendo la pareja. TODO ES PRODUCTO-EFECTO DE UN TRABAJO, TAMBIÉN EL AMOR Y EL DESEO. El hecho de que otra persona desee a la pareja hace que se vea como un hombre o como una mujer y se aviva la llama de la pasión. No olvidemos que se desean deseos.
     En otras ocasiones tiene más que ver con un deseo del que dice ser “víctima” de esa infidelidad (un deseo inconsciente) puesto en juego en la figura del otro. Por ejemplo, los celos paranoicos, tienen más que ver con un deseo reprimido, no tolerado, siendo la fórmula : yo no soy quien lo desea, sino mi pareja, y ahí, en esa fijación, poco importan las certezas que se puedan encontrar en la realidad, porque lo que está en juego siempre es la realidad psíquica, que es la que genera la realidad material.. HAY DESEOS PROPIOS QUE NOS ESCANDALIZARÍAN Y QUE SE MANTIENEN REPRIMIDOS. Reprimido no quiere decir olvidado, apartado, porque esos deseos tienen una energía muy fuerte que siempre se manifiestan de alguna manera, y lo hacen de forma disfrazada. Hay cuestiones reprimidas que están en la base de muchas problemáticas en la pareja y que no se ven, sólo se sabe de ellas por los resultados y es la interpretación psicoanalítica la que nos da luz, desmorona y transforma esos “síntomas”.
    CUANDO LA INFIDELIDAD SIRVE PARA ROMPER LA RELACIÓN ES PORQUE ESA RELACIÓN YA ESTABA ROTA, O PORQUE PUDO MÁS LA MORAL QUE EL AMOR. La moral puede llegar incluso a matar y hacer desgraciadas a muchas personas. No estamos hablando de la ausencia de límites, porque los límites son muy necesarios en la vida, pero también es muy necesario saber de nuestros deseos para llegar a conciliarnos con nosotros mismos y darles el cauce más apropiado posible. La palabra es un cauce para ello pero con la escucha y la interpretación del psicoanalista, porque no olvidemos que siempre hay un deseo inconsciente que se muestra como realizado en las situaciones más ilógicas y sufrientes que nos podamos llegar a encontrar.

Laura López, Psicoanalista Grupo Cero

Terapia de pareja y sexualidad

Telf.: 951 21 70 06 / 610 86 53 55

LA SOBERBIA EN LA PAREJA

      Sin bajarse del burro, cada uno en su burbuja es imposible dialogar. La soberbia tiene que ver con el narcisismo. El narcisismo es algo necesario en el ser humano porque permite la conservación del sujeto. Por ejemplo, cuando hay algún peligro, permite retirarse. En el desarrollo humano, el narcisismo es máximo en el niño, tiene puesta toda su libido en el yo y, en el proceso de civilización, de la constitución del sujeto psíquico y social, ha de poder desligarla de sí mismo y rodear otros objetos, lo que implica poder amar a otras personas además de a sí mismo.

   Hablar de pareja ya indica un par, dos personas que renuncian a ellos mismos y pueden llegar a acuerdos, tolerar las diferencias, escuchar y hablar sin arremeter contra el otro, sin querer que sea como ese ideal, es decir como él o ella mismo.

    ¿Qué es estar en relación con otra persona? Aunque parezca evidente, no es estar consigo mismo o con el ideal. Cuando no se coincide con lo que se piensa o con lo que se espera, ahí comienza la batalla. Lo que ocurre que, como en las guerras, todo se pierde y nada se gana. Aprender a convivir también es renunciar a uno mismo, pero no a ese que construye la vida aún no estando el otro, sino a los deseos infantiles y sobre todo a la soberbia.

      Usar el sexo y el dinero como arma para fastidiar al otro es algo que habla de esa soberbia y sed de venganza. No mantengo relaciones con mi pareja como método para fastidiarlo/a, que también equivale a no puedo pero es porque inconscientemente es una forma de impulsar al otro a buscar fuera y seguir siendo víctima en la relación. Utilizo el dinero como un falo, como algo que se atribuye un poder y puedo someter al otro, no como algo que circula y es un medio para producir los deseos de ambos.

   Las diferencias no es algo que aleje, sino que le pone a uno en el orden del deseo humano. La diferencia es lo que hace que el niño pueda entrar en la sexualidad adulta, sucumbir a formas de satisfacción inmediatas y poder posponer para fines mayores, con otras personas, llegar un goce más civilizado, más allá del aquí y ahora, del mí, me, yo.

     Hay personas que están con otras como una forma de pacto inconsciente en el que se vengan de situaciones pasadas. Hay quien no puede ceder en nada ni separarse, porque así mantiene en su fuero interno una venganza del pasado, y le hace pasar al otro todo el daño que supuestamente le hizo, pero en ese mutismo interior, que es incapaz de elaborar. El pasado es lo que uno dice de él y jamás van a coincidir los recuerdos con lo que pasó. Nuestra memoria es como la arena del desierto, que va modificándose según cómo es nuestra moral, nuestra forma de pensar.

   Con tanto rencor no se puede vivir, es un muro que uno hace sobre sí mismo, para seguir construyendo ese pequeño niño tirano que no puede dar nada a nadie.

   Hay parejas que les une la venganza. No pueden separarse porque dicen quererlo pero a la vez no pueden ser amables porque recuerdan el pasado. La venganza se sirve en plato frío pero envenena a quien la da. Mejor con psicoanálisis para poder volar también con las palabras.

   Laura López, Psicoanalista Grupo Cero y

    Terapia de Pareja y Sexualidad