Es una perversión, y tenemos que decir que hay en todo sujeto las perversiones forman parte de la predisposición sexual normal. Somos polimorfos perversos, en la infancia, la sexualidad infantil, se goza de todo, y se va a ir encauzando para ponerse al servicio de la reproducción.
En el fetichismo la elección de objeto está determinada por un fetiche. Es una fijación en el desarrollo sexual. Pero no acuden al psicoanálisis por esa particularidad. Adeptos al fetichismo lo reconocen como anormal pero pocas veces lo consideran como algo patológico. Presenta caracteres de exclusividad y fijación, y ahí lo consideramos como síntoma . Si no está presente el fetiche, hay una falta de excitación y de erección. Están conformes con el mismo, pero en el encuentro sexual si no lleva las bragas rojas, los tacones de aguja, por ejemplo, no se excita. Esto acontece con la pareja o también como acto en solitario, con la masturbación. El fetichista sustituye un objeto sexual normal por otro relacionado con él pero totalmente inapropiado para servir el fin sexual. Puede ser una parte del cuerpo o un objeto inanimado: ropa de vestir, ropa blanca… Sólo se excita si está presente ese sustituto.
Freud habla de un caso que su fetiche era que «tiene un brillo en la nariz». Había sido criado primero en Inglaterra y luego en Alemania. El fetiche era derivado de su más tierna infancia. En realidad la frase en inglés se traduce como una mirada sobre la nariz. Tiene que ver con un momento infantil donde hay una negación de la madre sin falo, del genital femenino. El fetiche es el sustituto del pene, pero uno particular, que tuvo importancia en los primeros años de la niñez pero que luego fue perdido. El fetiche es como una preservación del mismo. El fetiche es un sustituto del falo de la mujer, de la madre.
No quiere renunciar, el niño pequeño creyó en su existencia. La mujer no tiene pene, y dice que eso no puede ser cierto pues si la mujer está castrada, su propia posesión de su pene corre peligro. Hay una denegación o repudiación ante esa visión. El fetichista conserva la observación que hace en la mujer y también la abandona a la vez.
La castración remite al complejo de Edipo, la amenaza de castraciÓn, es la represión a esa fijación de los amores incestuosos. La madre va a ser entonces un ser humano semejante, carente de inmortalidad, es mortal, y se le desatribuye esa completud, esa totipotencia, es la madre fálica que hay que desatribuir.
Entre el conflicto de la percepción ingrata y el deseo opuesto llega a una transacción.
Ante el horror a la castración en la realidad psíquica es como si la mujer lo conservara, pero es un sucedáneo, otra cosa ha venido a ocupar su plaza.
Hay en el fetichista una aversión contra todo órgano genital femenino real. El fetiche subsiste como un emblema del triunfo sobre la amenaza de castración.
Evita al fetichista convertirse en homosexual: confiere a la mujer aquel atributo que la torna aceptable como objeto sexual.
Para el niño va a ser muy importante su órgano genital, y encuentra tan valiosa e importante esa parte de su cuerpo, que no puede creer que otras personas carezcan de ella. Creen que todos, hasta las mujeres, poseen un órgano como el suyo.
Los demás no reconocen el significado del fetiche, y no lo prohíben. Le queda fácilmente accesible, frente a la complejidad del goce humano. La gratificación sexual es cómodamente alcanzada. Pero sólo puede de esa manera, si no, no se excita y no le excita el otro, sino el objeto fetiche que cumple su función en la sexualidad limitada del fetichista
Frente a la castración la mayoría de del sexo masculino superan esa impresión.
La elección del fetiche nos recuerda a la abrupta detención de la memoria en las amnesias traumáticas. Es una transacción, desplazamiento que permite evitar la angustia de castración. Se conserva la última impresión percibida antes de la que tuvo carácter siniestro y traumático. Suelen ser:
PIE O ZAPATO
El niño suele espiar los genitales femeninos desde abajo, desdelas piernas hacia arriba.
LA PIEL Y EL TERCIPLEO hacen referencia a la vellosidad púbica buscando el falo femenino.
ROPA INTERIOR es muy adoptada como fetiche.
Puede haber entonces una doble actitud del fetichista frente a la cuestión de la castración femenina
Aloja tanto la repudiación como la afirmación de la castración. Ejemplo de un paciente que tenía como fetiche un suspensorio, que es como un pantaloncillo de esos de baño. Esta prenda cubría los genitales en general y ocultaba así la diferencia entre los mismos. El análisis demostró que podía significar que la mujer estaría castrada y que no. Y también el hombre.
Otra variante del fetichismo lo vemos en el ejemplo de en China la costumbre de mutilar primero el pie de la mujer y adorarlo luego como fetiche. Es como si agradeciera ala mujer por haberle sometido a la castración
El fetichista adora su fetiche, pero va a ser una sexualidad muy limitada. Con psicoanálisis se amplía la sexualidad. La sexualidad adulta es la sexualidad infantil a condición de ser reprimida. Y en el fetichista hay una fijación a su sexualidad infantil.
Laura López, Psicóloga y Psicoanalista
en formación continua con Grupo Cero