LUZ DE GAS ¿ABUSO PSICOLÓGICO?

Luz de gas es el nombre que se le da a una forma de “abuso psicológico” que consiste en presentar información falsa, hacer dudar a la persona tanto de su memoria, como de su percepción, como de su cordura.

Tras visualizar la película de 1940 dirigida por Thorold Dickinson y de la que se extrae esta definición en el posicionamiento psicológico de algunas relaciones, me pareció necesario puntualizar ciertos aspectos.

Cuando se realiza una visión ingenua de las situaciones, que con ingenua no nos referimos a inocente, sino que guiada por la ideología que vela cualquier realidad científica, caer en posiciones de verdugo y víctima es una forma de seguir manteniendo una afirmación ya caduca en los avances científicos de la mente humana, donde se elude la implicación de ambas partes y se perpetúan situaciones donde se presupone una pasividad por parte de de la “víctima”. No se tienen en cuenta los mecanismos psíquicos, tendencias inconscientes, prejuicios acerca de las relaciones, formas de gozar y entretejer las situaciones que una parte de la persona mantiene y otra parte de la misma rechaza.

Podemos estar hablando de una dependencia emocional, donde se le otorga a la otra persona una posición de poder y se cae en esa situación de completud como la madre y el niño, que es una idealización que conlleva a la hostilidad y al fracaso.

Es importante desde dónde leemos la realidad y en estas situaciones descritas como “luz de gas” en referencia a la película donde se ejercen este tipo de “abusos”, es importante señalar que esta panorámica es un síntoma, la punta del iceberg, no hay una única causa. Cada parte de la relación se relaciona de una manera distinta con la otra, no hay “la relación”, sino cómo se relaciona una parte con la otra y viceversa. Son dos formas de relacionarse que se encuentran.

¿No les parece extraño que una persona se mantenga en el tiempo en una relación donde se le humilla y hay situaciones vividas como rechazo? No podemos caer en lo afectivo, la repulsa, la negación a pensar que esa persona también es sujeto activo de esa situación. Sería una posición poco científica. No es que queramos culpabilizar a nadie, mucho menos que eso, pero sí mostrar una base científica donde demos cuenta de la implicación a establecer este clase de vínculos. No nos engañemos, para llegar a esa situación ha tenido que realizarse un trabajo para establecerla, y no estamos hablando de factores sociales, culturales, familiares… vemos cómo las estadísticas nos muestran que no son factores determinantes. También acontece en clases sociales altas, personas que culturalmente podríamos considerar con un nivel alto y en edades tempranas y más maduras.

Si no hablamos claro de esto, hacemos como si las personas no estuvieran implicadas en lo que les pasa, y cualquier fuerza exterior guiara las relaciones, la vida… Todos somos responsables de la parcela de vida que producimos, nuestro deseo está jugando un papel muy importante, y los deseos verdaderos son los inconscientes. Pero este tema levanta muchas ampollas porque, de alguna manera, a quien más y quien menos, algún acontecimiento se ha sorprendido por verse reacciones extrañas a su persona, se ha sentido “víctima” en alguna situación… y saber que hay tendencias en mí que rechazo y que hacen repetir situaciones sufrientes para mí, relaciones, haría que irremediablemente decidiera tumbarme en el diván, y hablar de lo que me pasa pero no entiendo con un psicoanalista. Por eso es que el psicoanálisis es cada vez más demandado. Culpar a la familia, la sociedad, al otro, como que es una relación que me ha tocado así… Muestra cómo cuesta hacerse responsable, una posición de inmadurez.

Es fundamental comenzar a pensar en la implicación de cada uno en lo que le pasa, y ojo, no es para vigilarnos, sentirnos culpables, sino para consultar con un profesional que me pueda escuchar eso de mí que rechazo para que pueda transformarse. En todas las personas hay tendencias que entran en el orden del masoquismo, la culpa inconsciente, el odio, la hostilidad… que son negadas por nuestra conciencia, pero que producen efectos muy fuertes en nuestra realidad pero que a la vez desconozco sus fuentes. De lo que se es víctima es de posiciones psíquicas, pensamientos, que hacen que una persona mantenga una relación con otra en la que se despliegan todas esas tendencias. Que se vivan situaciones de abuso como en la película “luz de gas” ya es una consecuencia en esa persona. Por supuesto que deben ser penalizadas las situaciones de maltrato y hay que reconocer un perjuicio para la persona que lo sufre, pero si negamos las tendencias de la persona a que ello se produzca, seguiremos manteniendo la rueda que gira sin poder frenarla. De hecho, hay personas que se mantienen en esas relaciones o rompen y repiten relaciones similares. Si algo se repite en una persona ¿no les parece que algo tiene que ver con ella?

Posiciones hostiles, donde uno se venga del otro, masoquistas, melancólicas, problemas en aunar la corriente erótica y cariñosa, culpa inconsciente que llevan al castigo, deseos que chocan con nuestra moral, raíces edípicas familiares, donde se ponen en juego cuestiones familiares reprimidas que se transfieren en las relaciones actuales…

Cada situación requiere de una escucha especializada, referente a la historia de deseos de la persona, a su dimensión psíquica de las relaciones…

El psicoanálisis produce una transformación en la posición psíquica de le persona que se pone en juego en las situaciones de abuso psicológico, donde sería más apropiado pensar que es la persona la que le otorga esa posición a la otra persona. La dimensión que proporciona el psicoanálisis es de reubicación, sustitución, transformación, en la manera de relacionarse consigo mismo y con los demás: una liberación.

Laura López Psicoanalista Grupo Cero y Psicóloga colegiada

www.lauralopezgarcia.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *